Por su abundante floración de primavera en tonos rojo, magenta, rosado o blanco, el Leptospermum scoparium destaca entre los arbustos nativos de Nueva Zelanda, Tasmania y el sudeste de Australia que pueden vivir sin dificultad en la mayor parte de España. Resiste la sequía y hasta -7ºC (zonas 9-10). Esta especie ha dado lugar a numerosos cultivares que rivalizan en el color y complejidad de las corolas. Además, son plantas de bajo mantenimiento.
Las hojas son simples, coriáceas, mates, muy pequeñas, alargadas y acabadas en punta. Generalmente son verdes, aunque pueden lucir tonos agrisados y burdeos. Son olorosas. Las matas son densas y muy ramificadas, formadas por tallos leñosos erectos y finos. Crecen lentamente y suelen alcanzar entre 1,5 y 2,5 metros de altura y extensión, aunque se han desarrollado híbridos enanos (0,5-1 metro) ideales para cultivar en tiesto.
De abril a junio, la especie produce flores de cinco pétalos simples, y dobles con aspecto de papel crepé en los híbridos. Carecen de pedúnculo y surgen en las axilas de las hojas cubriendo grandes segmentos de los tallos.
Prefiere el sol, o en todo caso una sombra ligera, y los suelos neutros o levemente ácidos, siempre que sean fértiles y bien drenados. Se deben evitar los sustratos pesados y arcillosos, pero es capaz de adaptarse a los sustratos áridos y las condiciones costeras. El riego ha de ser moderado, dejando que el sustrato se seque entremedias; el exceso de agua puede provocar la muerte de las raíces. La poda, si fuera necesaria para mantener la densidad y la forma, debe efectuarse después de la floración.